Cuando se hace un balance
de la vida de estas personas se deduce que cuando se interviene en funciones de
ayuda o asistenciales ya se ha llegado tarde. La detección precoz y la
prevención de problemas es muy importante, pero también hay que tener en cuenta
las necesidades de las familias con personas con inteligencia límite. En primer
lugar, las familias necesitan una asistencia psicológica inicial para facilitar
la asunción de la discapacidad del hijo, ya que a veces, cuando la familia recibe
la valoración de que su hijo tiene un problema de estas características puede
sufrir un impacto importante. A veces, se cuestionan y se pueden sentir
culpables, tristes, deprimidos, angustiados ante cómo abordar la situación. Se
produce un conjunto de reacciones emocionales dominadas por el duelo de perder
súbitamente al hijo idealizado en el que se había depositado lo mejor. La
familia, por lo tanto, necesita un soporte y un apoyo en este momento y en los
que surgen dudas, de los profesionales.
Por otra parte, necesitan
orientación para iniciar la atención temprana ya que la familia es uno de los
agentes del proceso. Es decir, su papel es fundamental tanto en el
acompañamiento cotidiano, como cuando son necesarias intervenciones
rehabilitadoras y/o terapéuticas. La familia debe actuar en equipo con los
profesionales. Deben ser orientados sobre cómo responder en determinadas
ocasiones, la actitud más conveniente en cada caso, a partir de comprender el
por qué de ciertas reacciones o conductas de la persona con inteligencia
límite.
Existe bastante evidencia
sobre el beneficio que para determinadas condiciones producen los grupos
psicoeducativos. Servicios que atienden a este colectivo y, sobre todo,
aquellos que presentan problemas emocionales u otros trastornos de salud mental
acompañados o no de trastornos de conducta. Las familias, principalmente,
necesitan estar bien informadas de las características de sus hijos con y de sus posibles formas de reaccionar, así
como de las respuestas más adecuadas. Esto les dará seguridad y serán unos
buenos colaboradores en los proyectos reeducadores que puedan plantearse. Necesitan
también información sobre el perfil de capacidades y, su contrario, el perfil
de dificultades, así como las diversas opciones que se pueden plantear para su educación
e inserción laboral futura. La información ha de ser lo más objetiva y basada
en una exploración y valoración exhaustiva, ajustándola a la realidad y a lo
que se pueda pronosticar, sin ser catastrofista ni esperanzador en extremo. La
familia bien informada, sobre todo en la etapa infantil, ha de dar su opinión
en los proyectos educativos.
Respecto a los proyectos
laborales puede colaborar en la motivación y el estímulo, pero es la propia persona
afectada quien ya debe manifestar su deseo. En el proceso de las personas con
inteligencia límite muchas veces requiere unos planteamientos de intervención
de tipo transversal. Son varios los recursos y los profesionales que deben intervenir
en diferentes momentos. En la etapa infantil va a intervenir el pediatra, el neuropediatra,
la escuela, a veces la asistencia social y más adelante se pueden ir sumando la
salud mental, los equipos de inserción laboral y determinadas ayudas sociales.
Es muy importante la coordinación entre los profesionales de las distintas
disciplinas que han de intervenir. Ha de existir un proyecto consensuado que
permita una continuidad de planteamientos y cuidados.
Las principales
dificultades personales con las que se encuentran los padres son:
-La Inteligencia Límite
comporta en la mayoría de los casos un desajuste personal, provocado
principalmente por la falta de adaptación al entorno que los rodea. Este entorno
configurado por una sociedad cada vez más exigente, competitiva y rápida, no
tiene en cuenta ni su problemática, ni sus dificultades ni sus capacidades.
-Las personas con
Inteligencia Límite reciben, en la mayoría de los casos, la educación primaria,
generalmente con las adaptaciones correspondientes, pero es en la educación
secundaria cuando se encuentran incapaces de seguir el ritmo académico que se
les pide.
-Limitaciones en la
consecución de los apoyos necesarios para vivir de forma
autónoma.
-Mayor vulnerabilidad de
padecer, con el paso del tiempo, de patología mental.
Algunos consejos para padres podrían ser los siguientes:
-Pierda
el miedo a la etiqueta: inteligencia límite. Lo importante siempre es
que todo niño aprende en función de su propia capacidad y en función de las
expectativas que sobre él tienen sus padres. No le ponga límites a su hijo.
-Anime
a su niño a ser independiente. Por ejemplo, ayúdele a que aprenda las destrezas
para el cuidado diario tales como vestirse, comer sólo, usar el baño…
-Cuente
con él. Déle tareas a su hijo para hacer. Tenga en mente su edad, su capacidad
para mantener atención, y sus habilidades. Divida la tareas en pasos pequeños.
Por ejemplo, si la tarea es poner la
mesa, pídale primero que ponga el mantel, después que saque la cantidad
apropiada de servilletas. Después pídale que ponga una servilleta en el lugar
de cada miembro de la familia en la mesa. Haga lo mismo con los platos, uno por
uno. Explíquele lo que debe hacer, paso por paso, hasta que termine el trabajo.
Agradézcale mucho el esfuerzo. Demuestre su satisfacción por cómo ha realizado
el trabajo.
-Ayúdele
cuando su hijo necesite ayuda. Pero sólo la ayuda necesaria para que sea el
niño quien realice la tarea. Para que se sienta útil. Para que sea feliz.
-Averigüe
cuáles son las destrezas que está aprendiendo su niño en la escuela. Busque
maneras de aplicar aquellas destrezas en casa. Por ejemplo, si el maestro está
repasando una lección sobre el dinero, lleve su niño al supermercado. Ayúdele a
contar el dinero para pagar la cuenta. Ayúdele a contar el cambio.
-Busque
oportunidades dentro de su comunidad para que su hijo realice actividades
sociales tales como ir de excursión con los Boy Scouts o actividades teatrales
en su centro de recreo y deportes. Esto ayudará a su niño a desarrollar
destrezas sociales y divertirse.
-Hable
con otros padres cuyos niños tienen inteligencia límite. Los padres pueden
compartir consejos prácticos y apoyo emocional. Reúnase con la escuela y
desarrolle un plan educacional para tratar las necesidades de su niño.
Manténgase en contacto con los maestros de su niño. Ofrezca su apoyo.
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