La
discapacidad es la cualidad de una persona que tiene impedida o entorpecida
algunas de las actividades cotidianas consideradas normales, por alteración de
sus funciones intelectuales o físicas.
Según
las características que presentan las personas con inteligencia límite, podemos
concluir que debe ser considerada como discapacidad puesto que presentan
limitaciones cognitivas, educativas, personales, sociales y laborales que hacen
necesarios apoyos intermitentes a lo largo de su trayectoria vital.
Debido a todas estas limitaciones, es necesario que se reconozca con un mínimo de un 33% de minusvalía.
Debido a todas estas limitaciones, es necesario que se reconozca con un mínimo de un 33% de minusvalía.
Aquí
os dejo un vídeo en el que podréis conocer mejor que es la inteligencia límite:
Se ha comprobado que la detección y atención temprana de la
discapacidad es especialmente importante, ya que la estimulación diferencial va
a condicionar una mejor o peor evolución. El ciclo vital del individuo tomará
una dirección u otra según la actitud basal que se toma en el proceso de
detección: una dirección encaminada a conseguir la máxima autonomía y
autogobierno o bien una orientación más asistencial y protectora de la persona.
Es necesario que la detección se produzca lo antes posible para poder aplicar
las medidas de atención precoz que favorecerán la estimulación y la
normalización de la persona.
Al no considerar la capacidad intelectual límite como un
trastorno, distintos investigadores han proporcionado diferentes nomenclaturas
a niños con esta problemática, denominándoles “slow learners” (aprendices
lentos), “mild intelectual disabled” (discapacidad intelectual ligera) o “mild
learning disabilities” (dificultades de aprendizaje ligeras). De la misma
manera que el hecho de que la capacidad intelectual límite no sea un retraso
mental no significa que estos niños no presenten ciertas dificultades en el
aprendizaje, el hecho de que su funcionamiento vital no sea muy diferente
cualitativamente del de la población de inteligencia normal, sino solo más precario,
no hace que no tengan muchos más problemas psicopatológicos derivados de esas
dificultades. De hecho, Hoskyn y Swanson (2000) mencionan cómo los niños con
una baja inteligencia y bajos rendimientos y los niños con dificultades de
aprendizaje realizan el mismo tipo de procesos cognitivos en la lectura y
tienen prácticamente el mismo tipo de fallos, por lo que serían equiparables en
cuanto a las necesidades de intervención que tienen.
El no considerar el FIL como un problema necesitado de atención
especial puede en sí mismo ir complicando la evolución de estas personas,
sometidas a un estrés excesivo derivado de la diferencia entre sus capacidades
y las expectativas y exigencias a que se les somete. Simplemente la
escolarización en un entorno académico normalizado, y el sobreesfuerzo que esto
resulta en un niño con una capacidad límite puede iniciar una trayectoria
psicopatológica de ansiedad, mayor incompetencia, fracaso, depresión, etc. La
escuela es una parte fundamental en el desarrollo de la persona como tal pues en
ella se entrelazan las experiencias personales con la adquisición de
conocimientos y habilidades y se sientan las bases del individuo, afectando en
el desarrollo de toda su vida posterior. En la medida en que se consiga que el
alumnado con inteligencia límite pueda vivir la escuela en igualdad de condiciones
gracias a las adaptaciones y apoyos que necesita para superar sus limitaciones,
estaremos sentando las bases adecuadas para que en la edad adulta puedan tener
un vida normalizada, con los apoyos que procedan. Y sin olvidar la labor de
trabajo conjunto de familia y otros profesionales que se necesite.
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