Las personas con Inteligencia Límite se caracterizan por tener un CI situado entre 70 y 85, siendo la media entre 85 y 115, justo por debajo de lo que considera la OMS dentro de la normalidad. Además presentan déficit en la capacidad adaptativa al menos en dos de las siguientes áreas:
-comunicación.
-cuidado personal.
-vida doméstica.
-habilidades
sociales/interpersonales.
-utilización de recursos
comunitarios.
-autocontrol.
-habilidades académicas.
-trabajo.
-ocio.
-salud.
-seguridad.
Estos déficits no impiden
un buen grado de autonomía en las actividades de la vida diaria. Dichas
dificultades deben manifestarse antes de los 18 años.
Estas limitaciones causan
que el niño aprenda y se desarrolle más lentamente. Los niños con inteligencia
límite pueden necesitar más tiempo para aprender a hablar, caminar, cuidado
personal, como vestirse o comer. Son propensos a tener problemas en la escuela.
Los niños con inteligencia límite aprenderán, sí, pero necesitarán más tiempo. Las personas con inteligencia límite no tienen un
retraso mental, pero tampoco disponen de unas habilidades cognitivas y
personales para enfrentarse a las exigencias del entorno como cualquier otra
persona.
En España se estima que la
incidencia en la población es entre un uno y un uno y medio por ciento, entre 400.000 y 600.000 personas, siendo una
discapacidad que genera grave riesgo de exclusión social por la difícil
identificación, el desconocimiento social y la falta de recursos especializados
que les ofrezcan los apoyos adecuados para desarrollar sus capacidades.
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